Estados Unidos es una de las potencias más influyentes del mundo, tanto en el ámbito económico como en el político y militar. Sin embargo, su posición se ha visto afectada por una profunda división entre sus ciudadanos, que se ha acentuado desde el gobierno de Donald Trump; lo que ha generado un clima de confrontación, desconfianza y violencia que amenaza su estabilidad democrática y credibilidad en el ámbito internacional.
Según el Vanderbilt Unity Index (VUI), una herramienta que mide el concepto de unidad de manera sistemática, replicable y confiable a lo largo de varios años, Estados Unidos ha experimentado un paulatino declive en su nivel de unidad desde 1981. El VUI se alimenta con datos que aportan las encuestas públicas disponibles sobre la fuerte desaprobación presidencial, del extremismo político e ideológico, de la confianza social, de la conflictividad política y social, así como de las mediciones sobre polarización en el Congreso.
El resultado es un panorama alarmante: Estados Unidos está dividido entre dos bandos irreconciliables que se acusan mutuamente de ser responsables de todos los males del país. La brecha entre partidarios republicanos y demócratas es cada vez mayor, tanto en términos ideológicos como demográficos. En 2020, Joe Biden obtuvo 51.3% de los votos electorales para ser presidente; es decir 81,283,361 sufragios; lo que sirvió para consolidar su triunfo con una participación récord. Sin embargo, esto no significa que haya logrado un consenso nacional sobre sus propuestas o su gestión.
Por el contrario, Biden enfrenta una fuerte oposición interna por parte del sector más radicalizado del Partido Republicano, que lo acusa de ser un traidor a la patria por sus presuntos vínculos con los negocios en el extranjero de su hijo, Hunter Biden. Otro hito es el asalto violento al Capitolio el 6 de enero de 2021, donde una turba de seguidores de Trump irrumpió en las instalaciones legislativas para impedir la certificación del triunfo electoral del demócrata; episodio que evidenció la fragilidad institucional y democrática de Estados Unidos ante una amenaza externa e interna.
Además, Biden tiene dificultades para gobernar con una mayoría parlamentaria reducida y fragmentada. Su partido solo tiene 219 escaños en el Congreso, lo que le impide aprobar sus planes económicos e infraestructurales sin contar con el apoyo o la abstención de otros partidos. Asimismo, su partido está dividido entre quienes apoyan su agenda moderada y quienes defienden una postura más progresista o conservadora.
Joe Biden ha expresado su intención de buscar la reelección en 2024. La Casa Blanca ha confirmado que el presidente tiene la intención de postularse para la reelección. El mandatario ha enmarcado la contienda del próximo año como una lucha contra el extremismo republicano y ha destacado su papel como “el presidente más prosindical de Estados Unidos” en declaraciones recientes a los miembros de los sindicatos. Sin embargo, su decisión podría depender de si Donald Trump aparece en las boletas.
En realidad, las posibilidades de que Biden gane la reelección en 2024 son inciertas y dependen de varios factores, incluyendo el clima político, los logros de su administración y la situación económica del país. Su popularidad entre los votantes y su edad avanzada podrían influir en su campaña.
En este contexto, Estados Unidos se enfrenta a varios desafíos para recuperar su liderazgo global y su capacidad para cooperar con otros países. Por un lado, debe resolver sus propias crisis internas relacionadas con la pandemia del coronavirus (que ha causado más de 400 mil muertes en Estados Unidos), la crisis económica (que ha provocado una caída del Producto Interno Bruto en 3% en 2020) y las tensiones sociales (que han generado protestas masivas contra racismo policial y otras formas de discriminación).
Por otro lado, debe lidiar con los cambios geopolíticos que están ocurriendo en el mundo. Con la competencia entre China y Rusia por expandir su influencia económica y militar en Asia Central y Europa Oriental, la ascensión de India como socio estratégico tanto para Estados Unidos como para China, el conflicto en Oriente Medio entre Irán e Israel por la cuestión nuclear y la crisis climática que requiere una acción urgente para reducir las emisiones de gases efecto invernadero.
El Vanderbilt Unity Index (VUI) Es una herramienta que mide el concepto de unidad de manera sistemática, replicable y confiable a lo largo de varios años. El VUI se basa en cinco variables que son: las encuestas públicas disponibles sobre la fuerte desaprobación presidencial, el extremismo político e ideológico, la confianza social, la conflictividad política y social, y mediciones sobre polarización en el Congreso. El VUI combina estos datos para crear un puntaje anual con un rango potencial de 0 a 100, donde 100 representa un estado más unido. El VUI se creó por el Vanderbilt Project on Unity and American Democracy, una iniciativa de la Universidad de Vanderbilt que busca estudiar los factores que influyen en la unidad y la división de los estadounidenses. El VUI se ha publicado trimestralmente desde 1981 hasta el primer trimestre de 2021. |
Enfrentando una realidad marcada por la creciente polarización política, la debilidad institucional y desafíos sin precedentes, Estados Unidos se encuentra en un momento crucial de su historia. La profunda división entre sus ciudadanos, exacerbada por el gobierno de Donald Trump, ha dejado huellas evidentes en la unidad nacional, según revela el Vanderbilt Unity Index. La violencia y el asalto al Capitolio en 2021 son señales alarmantes de la fragilidad democrática del país.
La capacidad de Estados Unidos para recuperar su liderazgo global se ve amenazada no solo por sus desafíos internos, como la pandemia, la crisis económica y las tensiones sociales, sino también por los cambios geopolíticos a nivel mundial. La competencia con China y Rusia, la ascensión de India y los conflictos en Oriente Medio plantean obstáculos adicionales.
La administración de Joe Biden se enfrenta a la difícil tarea de superar la oposición interna, consolidar consensos y abordar los problemas nacionales e internacionales de manera efectiva para restaurar la estabilidad democrática y la credibilidad en el escenario global.