La cautela rusa en evitar una declaración de guerra refleja cálculos geopolíticos que buscan limitar una escalada con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), preservar alianzas estratégicas y mantener la estabilidad interna.
Rusia se ha resistido declarar formalmente la guerra a Occidente, a pesar de que múltiples líneas rojas han sido cruzadas durante el conflicto en Ucrania. Esta decisión responde a factores geopolíticos, estratégicos y pragmáticos que permiten a Moscú operar dentro de márgenes controlados, evitando una escalada directa con la OTAN y manteniendo su narrativa interna.
¿Cuáles son las razones detrás de la postura rusa y el papel que juegan actores como Corea del Norte, Irán y China en un eventual enfrentamiento militar abierto entre Rusia y Occidente?
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Si Rusia declarara la guerra a Occidente, perdería cualquier posibilidad de mantener el conflicto dentro de los marcos legales y diplomáticos que actualmente emplea. Al definir su intervención en Ucrania como una "operación militar especial", Moscú sigue intentando mantener cierto margen de legitimidad ante la comunidad internacional, especialmente entre países no alineados como China e India, que prefieren evitar una escalada global.
Declarar la guerra formalmente a Occidente, particularmente a miembros de la OTAN, podría arrastrar a los países involucrados en el conflicto a aplicar el Artículo 5 de la Alianza, lo que desencadenaría una respuesta militar coordinada contra Rusia. Moscú sabe que, en términos convencionales, enfrentarse a toda la capacidad militar de la OTAN sería extremadamente costoso y podría tener consecuencias devastadoras.
El Kremlin ha empleado una narrativa cuidadosamente controlada para su población, en la que presenta el conflicto como una lucha contra una amenaza existencial representada por Ucrania y sus aliados. Sin embargo, una declaración formal de guerra podría generar una reacción adversa interna, ya que requeriría medidas más extremas, como movilizaciones masivas, que podrían no ser bien recibidas por la ciudadanía rusa.
Rusia ha mantenido un enfoque pragmático en cuanto al uso de su poder nuclear, consciente de que cualquier escalada directa con Occidente podría tener un alto riesgo de terminar en un conflicto nuclear. Incluso cuando ha habido ataques en territorio ruso, el Kremlin ha optado por no escalar el conflicto a un nivel que podría desencadenar una catástrofe global.
Rusia ha sido activa en el uso de tácticas de guerra híbrida, que incluyen ciberataques, desinformación, operaciones encubiertas y apoyo a fuerzas proxy. Este tipo de guerra le permite mantener un conflicto abierto con Occidente sin necesidad de una confrontación militar directa que vendría con una declaración formal de guerra.
Rusia sigue manejando el conflicto con Ucrania y sus tensiones con Occidente dentro de límites calculados, evitando una declaración de guerra formal para mantener sus opciones diplomáticas, estratégicas y militares abiertas, al mismo tiempo que intenta evitar una escalada incontrolable del conflicto.
En un escenario donde Rusia se enfrente abiertamente a Occidente, la probabilidad de que países como Corea del Norte, Irán y China apoyen activamente a Moscú dependería de varios factores geopolíticos, estratégicos y de intereses nacionales de cada uno de esos países.
Corea del Norte ha demostrado afinidad por Rusia en diversas ocasiones, y su gobierno está alineado con Moscú por su oposición común a Occidente, especialmente a Estados Unidos. Ya se han reportado suministros de municiones y posiblemente misiles y drones norcoreanos hacia Rusia. En un conflicto abierto, es probable que la Nación Juche intensifique este tipo de apoyo, pero es poco probable que participe de manera directa enviando tropas o recursos a gran escala. La limitación de su economía y su aislamiento global impedirían un apoyo militar masivo, pero Pyongyang podría aprovechar la oportunidad para obtener concesiones y favores de Rusia en términos de tecnología militar o alimentaria.
Irán ya está involucrado indirectamente en el conflicto al suministrar drones (como los Shahed) a Rusia. Teherán ha encontrado en Moscú un aliado clave para contrarrestar las sanciones occidentales y reforzar su influencia regional. Un conflicto abierto entre Rusia y Occidente podría llevar a Irán a aumentar su apoyo mediante el envío de más armas, tecnología y asistencia logística, pero probablemente no se involucraría militarmente de manera directa para evitar represalias occidentales, especialmente de Estados Unidos e Israel. Además, Irán tiene sus propios problemas de seguridad regional y podría priorizar evitar una confrontación directa con Occidente.
China es el actor más importante en este análisis. Aunque China tiene fuertes vínculos políticos y económicos con Rusia, es improbable que se involucre militarmente de manera directa en un conflicto abierto contra Occidente. Pekín sigue teniendo una relación interdependiente con las economías de Europa y Estados Unidos, por lo que prioriza la estabilidad global y el comercio internacional. Sin embargo, podría brindar apoyo diplomático y económico a Rusia, así como aumentar la cooperación tecnológica y logística, mientras se mantiene al margen de la confrontación militar directa.
China también considera que una guerra total entre Rusia y Occidente sería perjudicial para sus propios intereses, ya que podría desestabilizar la economía global, afectar las rutas comerciales clave y erosionar sus relaciones con actores importantes como la Unión Europea. A pesar de su interés en contrarrestar la influencia de Estados Unidos, Pekín actuaría con gran cautela para no ser arrastrado a una guerra que perjudique sus propios intereses económicos y políticos.
Aunque Corea del Norte e Irán podrían intensificar su apoyo a Rusia, lo harían en gran medida por sus propios intereses, buscando ganancias geopolíticas o tecnológicas. Ambos países tendrían como objetivo obtener más recursos, armamento o apoyo diplomático, pero sin arriesgarse a una confrontación directa con Occidente.
Tanto Rusia como Corea del Norte poseen arsenales nucleares, lo que podría actuar como un factor disuasorio para que otros países se involucren activamente en un conflicto directo. Un enfrentamiento nuclear entre Rusia y Occidente tendría consecuencias catastróficas que ningún país desea provocar, incluyendo aquellos que puedan apoyar a Rusia indirectamente.
La probabilidad de que Corea del Norte e Irán apoyen a Rusia es alta, pero su participación estaría limitada a suministros militares, tecnología y asistencia encubierta. En cuanto a China, su apoyo sería diplomático y económico, pero sin involucrarse militarmente. Estos países tienen intereses que los alinearían con Rusia en un conflicto abierto, pero la magnitud de su apoyo dependería de cómo evolucione la guerra y del nivel de riesgo que cada uno esté dispuesto a asumir. China, en particular, actuaría con gran cautela para evitar comprometer su propia estabilidad y posición en el escenario global.
En un enfrentamiento militar convencional, declarado y abierto entre Rusia y Occidente, la balanza de pérdidas sería compleja y dependería de muchos factores estratégicos, militares, económicos y geopolíticos. Sin embargo, analizando la situación actual y la capacidad de cada bando, parece que Rusia tendría más que perder en varios aspectos, aunque Occidente también enfrentaría desafíos significativos.
Occidente, encabezado por la OTAN, posee una ventaja significativa en términos de capacidades militares convencionales. La OTAN, como alianza, cuenta con una gran superioridad en número de tropas, tecnología militar avanzada y capacidad logística. Además, las fuerzas aéreas y navales de Estados Unidos, junto con sus aliados europeos, son más numerosas y tecnológicamente avanzadas que las de Rusia.
Rusia
Aunque Rusia tiene un ejército bien equipado y experimentado, y es el país con el arsenal nuclear más grande del mundo, en términos de enfrentamientos convencionales se ha visto limitado en Ucrania, lo que sugiere que podría tener dificultades para sostener un conflicto prolongado contra las fuerzas combinadas de la OTAN. Las pérdidas materiales y humanas en Ucrania ya han debilitado su capacidad operativa, lo que la dejaría en desventaja frente a un conflicto directo.
Occidente
Las economías occidentales, en particular Estados Unidos, la Unión Europea y sus aliados, tienen una capacidad de sostenimiento militar y económico superior a la de Rusia. Las sanciones actuales han golpeado duramente a la economía rusa, y un conflicto abierto generaría sanciones aún más devastadoras. La capacidad de Occidente para producir y sostener equipos militares de última generación es mucho mayor debido a sus economías más diversificadas e industrialmente desarrolladas.
Rusia
Aunque Rusia es rica en recursos naturales (petróleo, gas, minerales), su economía es mucho más vulnerable a las sanciones, la interrupción del comercio y la caída de los ingresos por exportación de energía. Un conflicto prolongado podría llevar a Rusia a enfrentar escasez de suministros esenciales, incluyendo piezas tecnológicas que dependen de importaciones occidentales. Esto limitaría su capacidad para sostener un conflicto prolongado.
Rusia
Como se mencionó anteriormente, Rusia podría recibir apoyo de países como Irán, Corea del Norte y, en menor medida, China, pero este apoyo probablemente estaría limitado a suministros de armas y tecnología militar. Ninguno de estos países tiene la capacidad militar o económica de sostener un esfuerzo bélico a la escala necesaria para equilibrar las fuerzas con Occidente.
Occidente
Además de contar con la OTAN, Occidente tiene el respaldo de importantes aliados en el Pacífico (Japón, Corea del Sur, Australia) y América del Norte (Canadá). Esto no solo aumenta su capacidad militar, sino que también extiende su influencia en regiones clave del mundo, complicando la estrategia rusa en múltiples frentes.
Rusia
Un conflicto abierto con Occidente podría significar ataques directos a la infraestructura crítica rusa, como centros industriales, redes energéticas y nodos de comunicación. Esto tendría un efecto devastador sobre su capacidad para operar efectivamente, sobre todo si la guerra se prolonga. La capacidad de Rusia para proteger su infraestructura de ataques sofisticados es limitada en comparación con la vasta red de bases e instalaciones de la OTAN.
Occidente
Si bien Occidente podría sufrir ciberataques o sabotajes, es menos vulnerable debido a su capacidad de respuesta tecnológica y su infraestructura más descentralizada y moderna. Además, las defensas antiaéreas y misiles avanzados de los países de la OTAN proporcionarían cierta protección en caso de ataques.
Rusia
Un conflicto abierto pondría aún más presión sobre el gobierno de Vladimir Putin. Las pérdidas humanas y los efectos devastadores en la economía podrían generar descontento social, y el Kremlin podría enfrentar problemas de legitimidad interna. La movilización militar masiva sería impopular y podría derivar en protestas y desestabilización política.
Occidente
Aunque las democracias occidentales son más sensibles a la opinión pública, es probable que el sentimiento anti-Rusia y las preocupaciones de seguridad nacional permitan a los gobiernos mantener el apoyo popular durante un tiempo, especialmente si el conflicto es percibido como una defensa contra la agresión rusa. Sin embargo, las bajas y los costos económicos también generarían tensiones internas.
Escenario nuclear
Tanto Rusia como Occidente son potencias nucleares. Aunque un conflicto convencional podría escalar a la amenaza de un uso nuclear, es poco probable que ninguno de los bandos quiera arriesgar una guerra nuclear total. No obstante, Rusia podría sentirse más presionada a usar su arsenal nuclear si se viera ante una derrota en un conflicto convencional, lo que representa un riesgo que Occidente también tendría que considerar cuidadosamente.
Rusia perdería más que Occidente en un enfrentamiento militar convencional abierto, debido a su inferioridad militar, su economía más vulnerable y su aislamiento en términos de alianzas. Mientras que Occidente tiene la ventaja militar y económica, también enfrentaría grandes costos en términos de bajas, estabilidad interna y posibles represalias nucleares. Sin embargo, a largo plazo, Rusia se vería más debilitada en todos los frentes, lo que reduciría su capacidad para mantener su influencia global y su estabilidad interna.
Rusia mantiene una estrategia calculada que le permite gestionar el conflicto con Ucrania y Occidente sin cruzar el umbral de una declaración formal de guerra. Al evitar una confrontación directa con la OTAN y al contar con el apoyo indirecto de países como Irán y Corea del Norte, Moscú busca preservar su estabilidad interna y su capacidad de maniobra geopolítica. No obstante, la cautela de China en involucrarse activamente y las limitaciones económicas y militares de sus aliados podrían debilitar la posición rusa en un enfrentamiento prolongado con Occidente.