El Sistema Global de Navegación por Satélite (GNSS, por sus siglas en inglés) es una herramienta indispensable para la movilidad, la comunicación y la seguridad del mundo actual. Permiten determinar la posición, velocidad y el tiempo de cualquier objeto o persona en un lugar del planeta, con una precisión de metros o incluso centímetros. Sin embargo, detrás de este sistema hay también intereses geopolíticos, económicos y estratégicos que determinan su desarrollo, su funcionamiento y su acceso.
Actualmente, el GNSS lo integran cuatro subsistemas, que sus respectivos fabricantes llaman sistemas: El Sistema de Posicionamiento Global (GPS), de Estados Unidos; el GLONASS de Rusia, el Beidou de China y el Galileo de la Unión Europea. Cada uno está integrado por una constelación de satélites que orbitan alrededor de la Tierra y que emiten señales de radio que son captadas por los receptores en la superficie. Estos receptores calculan su posición mediante la medición del tiempo que tardan las señales en llegar desde los satélites, utilizando el método de la trilateración.
El primer sistema en operar fue el GPS, que comenzó a funcionar en 1978 con fines militares y que se abrió al uso civil en 1983. El GPS tiene actualmente 31 satélites en órbita y ofrece una precisión de 3 a 5 metros en todo el mundo. Sin embargo, el GPS depende del control de Estados Unidos, que puede restringir o degradar su señal en caso de conflicto o emergencia. Además, el GPS es vulnerable a las interferencias, el envejecimiento y la obsolescencia de sus satélites.
El segundo sistema en operar fue el GLONASS, que inició su desarrollo en 1976 y que alcanzó su plena capacidad en 1995. El GLONASS tiene también 31 satélites en órbita y ofrece una precisión similar a la del GPS, aunque con una mayor exactitud en el hemisferio norte. El GLONASS depende del control de Rusia, que lo utiliza como un instrumento de influencia y cooperación con otros países. El GLONASS ha sufrido varios problemas técnicos y financieros que han afectado a su disponibilidad y fiabilidad.
El tercer sistema en operar fue el Beidou, que empezó su desarrollo en 1994 y que completó su cobertura global en 2020. El Beidou tiene 30 satélites en órbita y ofrece una precisión de 3,6 metros en todo el mundo, y de 10 centímetros en algunas zonas de Asia Pacífico. El Beidou depende del control de China, que lo utiliza como un símbolo de su poder y autonomía tecnológica. El Beidou tiene la ventaja de ofrecer servicios adicionales, como el envío de mensajes cortos y la integración con otras tecnologías, como el 5G.
El cuarto sistema en operar fue el Galileo, que inició su desarrollo en 1999 y que entró en servicio en 2016. El Galileo tiene 26 satélites en órbita y ofrece una precisión de 1 metro en todo el mundo. El Galileo depende del control de la Unión Europea, que lo utiliza como un proyecto de integración y cooperación con otros países. El Galileo tiene la ventaja de ser el más preciso y el más independiente de los cuatro sistemas, pero también el que más ha tardado y el que más ha costado desarrollarse.
Los cuatro GNSS compiten y cooperan entre sí, buscando ofrecer el mejor servicio a los usuarios y el mayor beneficio a sus propietarios. Los usuarios pueden acceder a los cuatro sistemas mediante receptores compatibles, que combinan las señales de los diferentes satélites para mejorar la precisión y la disponibilidad. Los propietarios pueden colaborar entre sí mediante acuerdos de interoperabilidad, que facilitan el uso conjunto de los sistemas y el intercambio de información. Sin embargo, también pueden entrar en conflicto por cuestiones de seguridad, soberanía y hegemonía, que pueden afectar al funcionamiento y al acceso de los sistemas.
Los sistemas de navegación por satélite son, por tanto, más que simples herramientas tecnológicas. Son también actores y escenarios de la geopolítica mundial, que reflejan las tensiones y las alianzas entre las principales potencias. Su futuro dependerá de la evolución de las relaciones internacionales, así como de los avances científicos y técnicos que permitan mejorar su rendimiento y su seguridad.
Los sistemas GPS, GLONASS, Beidou y Galileo permiten determinar la posición de un objeto en cualquier parte del mundo. Cada uno de ellos tiene sus propias ventajas y desventajas, que dependen de factores como el número de satélites, la precisión, la cobertura, la compatibilidad y la independencia.
Sistema País | Satélites Precisión | Cobertura | Comp. | Ind. |
GPS EE. UU. | 31 3.5 m | Global | Alta | Baja |
GLONASS Rusia | 31 3.5 m | Global | Media | Media |
Beidou China | 30 0.10 m en Asia Pacífico | Global | Baja | Alta |
Galileo | UE | Global | Media | Alta |
Comp = Compatibilidad, Ind =Independencia
El GPS es el más antiguo y el más utilizado, pero también el más dependiente de Estados Unidos, que puede restringir su uso en caso de conflicto. El sistema GLONASS es similar al GPS, pero con una mayor precisión en el hemisferio norte. El sistema Beidou es el más reciente y el más preciso en Asia Pacífico, pero el menos compatible con otros dispositivos. El sistema Galileo es el más preciso y el más independiente, pero también el que tiene menos satélites y el que más ha tardado en desarrollarse.
La precisión en los sistemas de navegación por satélite es la capacidad de determinar la posición de un objeto con un error mínimo. La precisión depende de varios factores, como el número de satélites disponibles, la calidad de la señal, la geometría de la constelación, el tiempo de observación y los sistemas de corrección. La precisión se suele medir en metros o centímetros, y puede variar según el sistema de navegación y la zona del mundo donde se utilice. Por ejemplo, el sistema GPS tiene una precisión de 3 a 5 metros, mientras que el sistema Galileo tiene una precisión de 1 metro.
Los sistemas de navegación por satélite han jugado un papel importante en los conflictos militares, desde la guerra del Golfo hasta ahora, tanto para fines ofensivos como defensivos. Algunos ejemplos son:
El GPS fue utilizado por primera vez en la guerra del Golfo (1990-1991) por las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos, que emplearon receptores GPS para guiar sus aviones, misiles, tanques y tropas en el desierto. El GPS les dio una ventaja táctica sobre el ejército iraquí, que carecía de este sistema.
El GLONASS fue utilizado por Rusia en la guerra de Chechenia (1994-1996) y en la guerra de Osetia del Sur (2008), donde proporcionó apoyo a las operaciones aéreas y terrestres de las fuerzas rusas. El GLONASS también fue usado por Siria en la guerra civil siria (2011-actualidad), donde recibió ayuda militar de Rusia.
El Beidou fue utilizado por China en la crisis del estrecho de Taiwán (1995-1996) y en la disputa por las islas Senkaku/Diaoyu (2012-actualidad), donde sirvió para mejorar la precisión y la seguridad de los misiles balísticos, los submarinos y los drones chinos. El Beidou también fue usado por Pakistán en la tensión con India (2019-actualidad), donde recibió apoyo militar de China.
El Galileo fue utilizado por la Unión Europea en la operación Atalanta (2008-actualidad) y en la operación Irini (2020-actualidad), donde contribuyó a la vigilancia y el control del tráfico marítimo en el Cuerno de África y en el Mediterráneo, respectivamente. El Galileo también fue usado por Francia en la operación Barkhane (2014-actualidad), donde apoyó a las operaciones antiterroristas en el Sahel.
La destrucción de los sistemas de navegación por satélite en un conflicto militar podría tener un impacto significativo en las operaciones militares, especialmente en lo que respecta a la precisión de los misiles intercontinentales que dependen de estos sistemas para la navegación. Sin embargo, la efectividad de tal estrategia como medio para prevenir una conflagración masiva es incierta y conlleva riesgos considerables.
Los sistemas GNSS, como el GPS, GLONASS, Beidou y Galileo, son fundamentales para la navegación y el posicionamiento preciso en muchas aplicaciones militares, incluyendo la guía de misiles. La destrucción o perturbación de estos sistemas podría afectar la capacidad de un país para lanzar ataques precisos, lo que podría disuadir o retrasar el uso de misiles intercontinentales. Sin embargo, también hay que considerar que muchos sistemas militares tienen redundancias y pueden recurrir a métodos alternativos de navegación en caso de que los sistemas GNSS no estén disponibles.
Además, el uso de armas antisatélites para destruir satélites GNSS podría escalar el conflicto y provocar una respuesta militar adicional, ya que se consideraría un acto de agresión. También existe el problema de la creación de escombros espaciales, que podrían dañar otros satélites y sistemas en órbita, afectando no solo a aplicaciones militares sino también a civiles.
Los sistemas de navegación por satélite en el espacio pueden ser alcanzados por misiles antisatélites (ASAT) lanzados desde la Tierra. Estos misiles están diseñados para interceptar y destruir satélites en órbita. El desarrollo y las pruebas de misiles ASAT han sido llevados a cabo por varias naciones, y representan una forma de guerra espacial que puede amenazar la infraestructura espacial crítica.
Los satélites de navegación, como los del sistema GPS, GLONASS, BeiDou y Galileo, orbitan a alturas que varían entre 19.000 y 20.000 kilómetros. Los misiles ASAT deben ser capaces de alcanzar estas alturas y tener la precisión necesaria para impactar un objetivo relativamente pequeño y en movimiento rápido.
Además de los misiles, existen otras formas de interferir o dañar satélites, como las armas láser o de microondas de alta potencia, que pueden desactivar o dañar los componentes electrónicos de los satélites sin necesidad de un impacto físico.
En caso de que los sistemas GNSS no estén disponibles, existen varios métodos alternativos de navegación que se pueden utilizar. Algunos de estos métodos son:
Navegación Inercial: Utiliza acelerómetros y giróscopos para calcular la posición, la velocidad y la orientación de un objeto en movimiento sin necesidad de señales externas.
Navegación Estelar: Emplea la observación de las estrellas, el sol y otros cuerpos celestes para determinar la posición geográfica.
Navegación Terrestre: Incluye técnicas como el uso de mapas, brújulas e hitos naturales o artificiales para orientarse y moverse en un entorno.
Navegación por Radio: Se basa en señales de radio de estaciones terrestres, como VOR (Very High Frequency Omnidirectional Range) y LORAN (Long Range Navigation).
Navegación Visual: Depende de la observación visual del entorno para guiar el movimiento, comúnmente utilizada por pilotos durante el vuelo VFR (Visual Flight Rules).
Estos métodos pueden ser utilizados de forma independiente o en combinación para mejorar la precisión y la fiabilidad de la navegación. Cada uno tiene sus propias limitaciones y aplicaciones específicas según el contexto y los requisitos de navegación.
En un mundo cada vez más interconectado y dependiente de la tecnología, los sistemas de navegación por satélite se han convertido en pilares fundamentales para la movilidad, la comunicación y la seguridad. Sin embargo, detrás de la aparente simplicidad de determinar la posición en cualquier lugar del planeta, se esconde una compleja red de intereses geopolíticos, económicos y estratégicos.
Los sistemas GPS, GLONASS, Beidou y Galileo no solo compiten por ofrecer el mejor servicio, sino que también reflejan las tensiones y alianzas entre las principales potencias. A medida que evolucionan las relaciones internacionales, el futuro de estos sistemas dependerá no solo de avances científicos y técnicos, sino también de la habilidad de las naciones para gestionar conflictos, garantizar la seguridad y mantener la cooperación en el espacio, un escenario crucial para el funcionamiento de estos indispensables sistemas de navegación.