"Tengo el presentimiento de una América en la época de mis hijos o nietos, cuando Estados Unidos sea una economía de servicios y de la información; cuando casi todas las industrias manufactureras clave se hayan ido a otros países; cuando los impresionantes poderes tecnológicos estén en manos de unos pocos, y nadie que represente el interés público pueda siquiera entender los problemas; cuando la gente ha perdido la capacidad de establecer sus propias agendas o de cuestionar con conocimiento de causa a los que tienen autoridad; cuando, aferrados a nuestros cristales y consultando nerviosamente nuestros horóscopos, nuestras facultades críticas en declive, incapaces de distinguir entre lo que se siente bien y lo que es verdad, nos deslizamos, casi sin darnos cuenta, de nuevo hacia la superstición y la oscuridad".
En 1995, el astrofísico y divulgador científico Carl Sagan expresó una profunda preocupación por el futuro de la sociedad, en su libro "El mundo y sus demonios". Particularmente, advirtió sobre el riesgo de un declive en el pensamiento crítico y la racionalidad científica. Plasmó una visión distópica en la que Estados Unidos, y posiblemente el mundo, experimentaría los siguientes fenómenos:
Sagan predice que el país se enfocaría en una economía basada en servicios, dejando atrás las industrias manufactureras, que serían externalizadas a otras naciones. Este cambio implicaría que los ciudadanos dependan cada vez más de la tecnología y menos de la producción física.
Los “impresionantes poderes tecnológicos” estarían en manos de unas pocas élites, probablemente corporaciones o gobiernos, mientras que el ciudadano promedio, e incluso los representantes públicos, no tendrían la capacidad de entender estos avances ni sus implicaciones.
El astro biólogo y escritor teme que las personas pierdan la habilidad de cuestionar a los que detentan el poder o de fijar sus propias prioridades, volviéndose más pasivas e incapaces de analizar la información de manera profunda.
La referencia a "aferrarse a cristales y consultar horóscopos" es una metáfora de cómo, en lugar de confiar en el pensamiento racional y la ciencia, la sociedad podría regresar a creencias no fundamentadas, llenas de superstición, lo que representaría un retroceso intelectual y cultural.
Carl Sagan lamenta que las personas pudieran volverse incapaces de diferenciar entre lo que se siente bien y lo que es verdad, poniendo en peligro la búsqueda del conocimiento objetivo.
Sagan anticipa un futuro donde el progreso tecnológico no esté acompañado de una sociedad más racional y crítica, sino más dependiente de la tecnología sin entenderla, y más inclinada hacia la superstición y la desinformación, lo que representa una advertencia sobre los peligros de la ignorancia en la era del conocimiento.
La visión en "El mundo y sus demonios" de 1995 parece resonar de manera inquietante en muchos aspectos de nuestro presente en 2024, aunque no de forma completamente distópica. Algunos de los elementos que él describía pueden estar presentes hoy:
Hoy: La economía global, y particularmente la de Estados Unidos, ha hecho una transición significativa hacia los sectores de servicios y tecnología de la información. Gran parte de la manufactura se ha trasladado a países como China, Vietnam y México. Estados Unidos sigue siendo líder en tecnología, pero las industrias manufactureras claves están externalizadas en gran medida, tal como Sagan predijo.
Hoy: Las grandes corporaciones tecnológicas, como Google, Amazon, Apple, Microsoft y Meta (Facebook), concentran un enorme poder tanto económico como en la influencia sobre la vida diaria. Estas empresas tienen acceso a enormes cantidades de datos y controlan buena parte de las plataformas tecnológicas en las que se basa la sociedad. El ciudadano promedio y muchos líderes políticos encuentran difícil entender o regular adecuadamente estos avances, lo que refleja la advertencia de Sagan.
Hoy: Aunque el acceso a la información nunca ha sido mayor, también ha aumentado la desinformación y la polarización. Las redes sociales y los algoritmos tienden a crear cámaras de eco, lo que a menudo refuerza las creencias preconcebidas en lugar de fomentar el pensamiento crítico. El auge de las fake news, teorías de conspiración y la creciente desconfianza en las instituciones científicas, políticas y mediáticas sugieren que la capacidad de cuestionar con conocimiento de causa está en peligro.
Hoy: Si bien la ciencia y la tecnología han avanzado enormemente, también lo ha hecho la creencia en pseudociencias y teorías conspirativas. Movimientos antivacunas, la creencia en fenómenos paranormales y la popularidad de teorías sin base científica (como la idea de la Tierra plana) indican un resurgimiento de creencias que no se basan en evidencia científica. Esto se alinea con la preocupación de Sagan de que la sociedad podría regresar a formas de superstición.
Hoy: La influencia de las emociones en la toma de decisiones y en el consumo de información es evidente en la era de las redes sociales. Las personas tienden a compartir y consumir información que refuerza sus creencias, incluso si no es verdad, lo que ha distorsionado el valor de los hechos. La preferencia por lo que “se siente bien” o lo que se alinea con la identidad de grupo puede superar la búsqueda de la verdad objetiva.
Sagan claramente anticipó muchas de las dinámicas que estamos viendo hoy. Sin embargo, aún no estamos completamente sumidos en la distopía que él describió. A pesar de los desafíos en la educación, la capacidad crítica y la concentración de poder tecnológico, también hay movimientos a favor del pensamiento racional, la ciencia y la transparencia.
La advertencia de Carl Sagan parece haber anticipado muchas tendencias que ya son evidentes en 2024. Si bien no hemos alcanzado una visión completamente distópica, los riesgos que él identificó son reales y requieren una vigilancia constante. Los desafíos actuales en la educación, el pensamiento crítico, la desinformación y la concentración de poder tecnológico sugieren que la lucha por evitar este futuro distópico sigue vigente.