A pesar de las tensiones iniciales con los países árabes de la región, la actitud hacia Israel ha cambiado desde 1978, con un enfoque pragmático de muchas naciones colindantes. Inicialmente, solo Turquía reconoció a Israel en 1949, pero después de los Acuerdos de Camp David, países como Egipto, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Bahréin han establecido relaciones diplomáticas y comerciales con Israel. Este cambio ha impactado profundamente el conflicto palestino-israelí y ha generado tensiones con otros países de la región. Además, se ha especulado sobre la posibilidad de que Arabia Saudita, una importante potencia económica y petrolera árabe, siga el mismo camino, lo que podría abrir la puerta a otros países de la región para hacer lo mismo; comenta el especialista en política internacional y geopolítica.
Álvaro Cordero
¿Cómo explicar este movimiento de un entorno completamente hostil hacia uno con más posibilidades diplomáticas para Israel? Básicamente la competencia entre las potencias emergentes de la región. Actualmente son tres las naciones que aspiran a dominar con su influencia Medio Oriente: Turquía, Arabia Saudita e Irán.
En el caso de Turquía, su disputa se ha centrado especialmente tras la Guerra Civil de Siria y su eje de influencia no afecta de forma tan directa a Israel y los territorios palestinos, ya que básicamente se concentra en el norte de Siria y de Irak.
Sin embargo, la clave reside en la rivalidad creciente entre Irán y Arabia Saudita. Los ejes de influencia dominados por la monarquía saudí, que son Egipto, Jordania, los estados de Golfo o buena parte de Irak o Siria, son los que se han mantenido más pragmáticos ante la normalización de las relaciones con Israel. Y también quienes están más abiertos a una colaboración externa con Estados Unidos.
Por el contrario, los ejes de influencia iraníes, presentes especialmente en Líbano, Siria e Irak, son los que han rechazado de forma más tácita la existencia de Israel y los que todavía en la actualidad mantienen enfrentamientos esporádicos con este país. Hay que tener en cuenta que Irán, una nación basada en un régimen fundamentalista chiita pero que no es árabe, es el mayor enemigo de Israel en todo Medio Oriente y que sus aliados en países árabes tienen una línea política similar a la de Teherán.
Entre estos socios sobre el terreno podemos destacar a Hezbolá, en Líbano, o al propio Hamás en la Franja de Gaza. Tras estas divergencias sobre Israel y los intereses en a región de las dos potencias es en lo que varios analistas han señalado que podría estar el ataque de Hamás del 7 de octubre. Al grupo islamista que domina la Franja de Gaza podría no convenirle una formalización de relaciones entre Arabia Saudita e Israel que significaría el respaldo definitivo para la nación hebrea en la región.
Extracto del artículo de opinión original publicado en France 24 https://shre.ink/UvzK
En suma, el cambio en la actitud de varios países árabes hacia Israel, marcado por la normalización de relaciones diplomáticas y comerciales, se ha visto influido por la competencia entre las potencias emergentes en Medio Oriente: Turquía, Arabia Saudita e Irán.
La rivalidad creciente entre Irán y Arabia Saudita ha llevado a los países bajo la influencia saudí, como Egipto, Jordania y los estados del Golfo, a adoptar un enfoque pragmático y abrirse a la normalización con Israel, mientras que los países influenciados por Irán, como Líbano y Siria, han mantenido una postura hostil hacia Israel.
Esta dinámica ha llevado a tensiones en la región y puede haber sido un factor detrás de los ataques recientes, como el perpetrado por Hamás el 7 de octubre, que podría estar relacionado con la posibilidad de formalización de relaciones entre Arabia Saudita e Israel.