Desde hace décadas, Israel se enfrenta a una constante amenaza por parte de Hamas, una organización islámica que ha recibido financiamiento significativo de Irán, Qatar y Turquía. A pesar de los intentos de Israel por lograr la paz, incluyendo la retirada de la Franja de Gaza en 2005, Hamas ha persistido en sus ataques, poniendo en peligro la vida de civiles israelíes. Este conflicto se enraíza en complejas dinámicas históricas, desde el mandato británico en Palestina hasta las tensiones tras la creación del Estado de Israel en 1948. Además, las ofertas de paz de Israel a lo largo de los años han sido rechazadas, lo que ha perpetuado el conflicto y la inestabilidad en la región.
Desde hace décadas, Israel se encuentra bajo los ataques constantes de Hamas, una organización islámica que tiene por objeto declarado aniquilar a la nación israelí. Alrededor de 100 millones de dólares anuales recibe Hamas como financiamiento de parte de Irán, además de otros fondos de Qatar y Turquía para llevar a cabo sus operaciones; a lo largo de los años ha lanzado miles de cohetes hacia territorio israelí, poniendo en riesgo la vida de la población civil. Estas acciones constituyen una grave amenaza para la seguridad y la tranquilidad de los israelitas.
En 2005, Israel se retiró completamente de la Franja de Gaza, dejando el territorio para el autogobierno palestino. Sin embargo, Hamas tomó el control de Gaza y ha usado la región como base para llevar a cabo actividades hostiles. Ha invertido recursos significativos en la construcción de una infraestructura militar y el desarrollo de armas para dañar a los israelíes, como cohetes. Esta situación ha llevado a un clima de inestabilidad y hostilidad en la región.
Hamas se formó en 1987 durante la primera intifada, un levantamiento popular palestino contra la ocupación israelí enraizado en el movimiento egipcio de los Hermanos Musulmanes con una carta fundacional que llama a la aniquilación total de Israel. Esta postura radical y su negativa a reconocer el derecho a existir de Israel han sido un obstáculo significativo para la paz.
Aunque el conflicto entre Israel y Palestina tiene una fuerte dimensión territorial, éste no se puede reducir únicamente a ese aspecto. Israel ha ofrecido en múltiples ocasiones la cesión de tierras a cambio de la paz, pero estas ofertas han sido rechazadas por los líderes palestinos.
En 1947, la Asamblea General de las Naciones Unidas propuso la creación de dos estados, uno judío y otro árabe.
En 1993-1994, los Acuerdos de Oslo representaron el inicio de un "proceso de paz" para Israel y los palestinos.
En 2000, Israel ofreció a los palestinos otra oportunidad para poner fin al conflicto.
En 2005, Israel ordenó la evacuación de todos los asentamientos israelíes dentro de Gaza y Cisjordania, esencialmente entregando esta tierra a los palestinos en un intento por establecer la paz.
En 2008, Israel ofreció a la Autoridad Palestina otro acuerdo de paz.
En 2009, Israel ofreció apoyo condicional para un estado palestino desmilitarizado.
En 2020, se rechazó rápidamente un plan de paz formulado por el expresidente Donald Trump y respaldado por el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu.
El conflicto actual en la región no puede reducirse a un simple conflicto por la posesión de tierras. En su lugar, se enraíza en complejas dinámicas históricas y políticas.
Después de la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña tomó el control de Palestina, hogar de una minoría judía y una mayoría árabe. La comunidad internacional le encomendó a Gran Bretaña la creación de un hogar judío en Palestina, intensificando las tensiones entre ambos grupos. El conflicto tiene raíces históricas profundas, desde la migración judía a fines del siglo XIX para escapar de la persecución en Europa Oriental, hasta el voto de las Naciones Unidas en 1947 para dividir Palestina en dos estados, uno judío y otro árabe, después del Holocausto. Sin embargo, los palestinos y los países árabes vecinos no aceptaron la fundación del Estado de Israel.
La lucha se intensificó, y tras la declaración de independencia de Israel en mayo de 1948, Egipto, Irak, Transjordania y Siria invadieron el territorio. Tras un acuerdo de armisticio en 1949, Israel obtuvo más territorio del que le había asignado la ONU. Durante este período, alrededor de 700,000 palestinos fueron expulsados o huyeron, constituyendo aproximadamente el 85% de la población árabe en las áreas capturadas por Israel. Los árabes que permanecieron en Israel enfrentaron discriminación oficial y restricciones a sus derechos civiles básicos. Además, sus tierras fueron expropiadas y las comunidades árabes israelíes fueron mantenidas en condiciones de pobreza y subfinanciamiento. Esta situación ha contribuido significativamente a las tensiones y complejidades del conflicto actual en la región.
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El conflicto entre Israel y Palestina, exacerbado por la presencia y acciones de grupos como Hamas, se ha prolongado durante generaciones. Las raíces históricas profundas, desde el mandato británico hasta la creación de Israel, han alimentado las tensiones. A pesar de los esfuerzos de Israel por alcanzar la paz, la negativa de Hamas a reconocer el derecho a existir del Estado judío ha mantenido viva la hostilidad. La resolución de este conflicto complejo requerirá un diálogo sincero, compromiso y empatía de ambas partes, así como la comunidad internacional, para encontrar una solución justa y duradera para todas las personas involucradas en esta histórica disputa.