La rivalidad creciente entre Irán y Arabia Saudita ha llevado a los países bajo la influencia saudí, como Egipto, Jordania y los estados del Golfo, a adoptar un enfoque pragmático y abrirse a la normalización con Israel, mientras que los países influenciados por Irán, como Líbano y Siria, han mantenido una postura hostil hacia Israel.
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