El reciente debate presidencial en Estados Unidos, celebrado el 27 de junio, reveló un marcado deterioro físico y cognitivo del presidente Joe Biden, reconocido incluso por sus propios asesores y medios afines. La respuesta de Donald Trump, quien replicó mordazmente a uno de los muchos balbuceos de Biden, sintetiza la percepción general del encuentro. Espectadores y analistas coinciden en que Biden se mostró desorientado y confuso durante los 90 minutos del encuentro, lo que podría comprometer seriamente su campaña de reelección.
En vísperas del debate, los expertos subrayaron que el mayor desafío de Biden no era defender su gestión o atacar a Trump, sino disipar las preocupaciones del electorado sobre su estado físico y mental, aspectos que han sido evidentes en sus apariciones públicas en los últimos dos años. A pesar de los esfuerzos de la Casa Blanca por minimizar estos errores como recortes malintencionados o manipulaciones de IA, la percepción negativa persiste.
Los propios colaboradores de Biden habían señalado que el debate sería una oportunidad para "resetear" la narrativa en torno al presidente, quien, a sus 81 años, fue exonerado en el caso de retención de documentos clasificados bajo el argumento de senilidad. Sin embargo, el desempeño de Biden en el debate fue calificado como el peor de un candidato presidencial en la historia reciente, según Samuel Losada, internacionalista de la Universidad de Buenos Aires.
El analista argumenta que, pese a una semana de preparación y descanso, Biden se presentó más débil y confundido que nunca, cometiendo errores significativos como confundir "Medicare" con "COVID-19" y sugiriendo que el aumento de la inmigración ilegal era beneficioso para la economía. Esta serie de lapsus y la dificultad para articular respuestas coherentes subrayan su inapropiada condición física y mental para ejercer la presidencia.
En contraste, Trump, centrado en temas como la inflación y la inmigración ilegal se mostró más disciplinado y moderado, superando a Biden en el debate según sondeos y análisis periodísticos. Losada señala que Trump, ayudado por la regla que silenciaba el micrófono del candidato que no estaba hablando, logró transmitir una imagen de seriedad y preparación, atributos que rara vez se le asocian.
La percepción de los expertos es que el desempeño de Biden fue una humillación, sugiriendo que debería reconsiderar su campaña para un segundo mandato. Mientras tanto, Trump mejoró significativamente sus posibilidades de atraer a votantes indecisos e independientes, además de algunos demócratas y mujeres. La incertidumbre ahora gira en torno a la posibilidad de un segundo debate, dada la magnitud del "desastre" del primer encuentro.
Comparar el reciente debate entre Joe Biden y Donald Trump con otros encuentros presidenciales anteriores en Estados Unidos requiere evaluar varios factores clave: la calidad del debate, el desempeño de los candidatos, la percepción pública y las consecuencias políticas. A continuación se presentan algunos puntos de comparación:
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Las especulaciones sobre la posibilidad de que Biden sea sustituido como candidato presidencial suelen ser parte de las discusiones políticas y mediáticas, y no necesariamente reflejan decisiones concretas o inminentes. En caso de que un presidente o candidato presidencial deba ser sustituido, generalmente se consideran varios factores, incluyendo la jerarquía del partido, la viabilidad electoral y el apoyo dentro del partido.
1. Kamala Harris: Como vicepresidenta, Harris sería una opción natural para asumir el liderazgo si Biden no pudiera continuar. Tiene experiencia previa como senadora y fiscal general de California.
2. Gavin Newsom: El gobernador de California ha ganado prominencia a nivel nacional por su gestión del estado y su enfoque progresista en temas como el cambio climático y los derechos sociales.
3. Pete Buttigieg: El exalcalde de South Bend, Indiana, y actual Secretario de Transporte, ha sido una figura influyente en el partido y tiene un fuerte apoyo entre los votantes jóvenes y progresistas.
4. Elizabeth Warrer: La senadora por Massachusetts es conocida por su enfoque en la reforma financiera y sus políticas progresistas. Ha sido una figura destacada en el partido durante años.
5. Bernie Sanders: Aunque es más mayor, el senador por Vermont sigue siendo una figura influyente en el ala progresista del Partido Demócrata y cuenta con un fuerte respaldo popular.
6. Amy Klobuchar: La senadora por Minnesota es conocida por su enfoque moderado y su capacidad para atraer a votantes del medio oeste.
7. Gretchen Whitmer: La gobernadora de Michigan ha ganado notoriedad por su liderazgo durante la pandemia de COVID-19 y su capacidad para ganar en un estado crucial en el mapa electoral.
Estas son solo algunas de las figuras que podrían considerarse, y el proceso para elegir a un sustituto implicaría un amplio debate y consulta dentro del Partido Demócrata. Es importante recordar que estas discusiones son hipotéticas y que cualquier cambio en la candidatura presidencial seguiría procesos establecidos dentro del partido y la ley electoral.
El debate del 27 de junio de 2024 destaca por el contraste entre los dos candidatos y la percepción de un deterioro significativo en uno de ellos. Esto se diferencia de muchos debates anteriores donde, aunque hubo ganadores claros, no se observó una disparidad tan marcada en términos de capacidad cognitiva y física. Históricamente, los debates han influido significativamente en las campañas presidenciales, y este debate reciente podría ser uno de los más decisivos en determinar el rumbo de la carrera presidencial debido a la grave percepción pública de la capacidad de uno de los candidatos.
La reciente actuación de Joe Biden en el debate contra Donald Trump ha generado una ola de preocupación entre los demócratas sobre su idoneidad como candidato presidencial. Aunque Biden no ha dado señales de que planee renunciar, hay vías establecidas para que el Partido Demócrata lo reemplace, sobre todo en su convención de agosto. Según Elaine Kamarck, de la Brookings Institution, el proceso de reemplazo se basa principalmente en las reglas del partido y no en la Constitución o leyes federales.
En una "convención abierta", los delegados pueden respaldar a un nuevo candidato si Biden se retira voluntariamente. Aunque esto no ha sucedido en décadas, es un mecanismo previsto en las normas del partido. Si Biden se niega a renunciar, un retador podría intentar ganar el apoyo de los delegados, aunque es improbable.
Una vez finalizada la convención, reemplazar a Biden sería más complicado, pero no imposible. El presidente del partido puede convocar al comité nacional para elegir un nuevo candidato, como sucedió en 1972 cuando el compañero de fórmula de George McGovern, Tom Eagleton, fue reemplazado por problemas de salud.
En caso de que Biden gane las elecciones pero quede incapacitado antes de que el colegio electoral vote el 17 de diciembre, no hay un proceso federal claro para reemplazar a un presidente electo en este periodo. Kamarck sugiere que los electores probablemente votarían por el vicepresidente electo, aunque no están obligados a hacerlo, lo que podría generar resultados caóticos.
Si Biden quedara incapacitado después de la votación del colegio electoral o tras la toma de posesión, la sucesión sería más sencilla: el vicepresidente electo asumiría la presidencia, conforme a la Sección 3 de la 20ª Enmienda y la Ley de Sucesión Presidencial de 1947. Este complejo panorama subraya la necesidad de una planificación estratégica dentro del Partido Demócrata ante las incertidumbres en torno a la candidatura de Biden.