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22 Oct
22Oct

Naturaleza del Conflicto: Una Guerra Híbrida en Ucrania 

La guerra en Ucrania no es exactamente un enfrentamiento abierto entre este país y la OTAN contra Rusia, aunque hay una fuerte implicación de la alianza occidental en el conflicto.

El conflicto bélico en Ucrania es una guerra híbrida contra Rusia, con el apoyo de la OTAN, ya que en ella se combinan medios militares y no militares para lograr objetivos políticos y estratégicos. Algunos de los medios no militares que se han utilizado son:

  • La desinformación y la propaganda, tanto en los medios de comunicación como en las redes sociales, para influir en la opinión pública y generar división y confusión.
  • El ciberataque para sabotear o interrumpir las infraestructuras críticas, los servicios públicos o la seguridad nacional del adversario.
  • El apoyo a los grupos separatistas o insurgentes para debilitar al gobierno legítimo y crear inestabilidad y violencia.
  • El uso de agentes encubiertos o mercenarios, para realizar operaciones clandestinas que dificulten la atribución de responsabilidad.
  • La presión económica o diplomática para aislar o sancionar al adversario o para condicionar sus decisiones.

Si no es una guerra abierta, se le podría llamar un conflicto de baja intensidad, armado no internacional o un enfrentamiento asimétrico. Estos términos se refieren a situaciones en las que hay violencia armada entre dos o más partes, pero sin una declaración formal de guerra o sin el reconocimiento del estado de beligerancia. Esto suele implicar una desigualdad de fuerzas o capacidades entre los contendientes, y puede durar mucho tiempo sin una solución definitiva.

Evolución del Conflicto: Desde Crimea hasta la Invasión de 2022 

El conflicto comenzó a agudizarse en 2014, cuando Rusia anexó la península de Crimea, que pertenecía a Ucrania, tras un referéndum cuestionado por la comunidad internacional. Esto provocó la reacción de Ucrania y sus aliados, que impusieron sanciones económicas y políticas a Moscú.

En el este de Ucrania, en las regiones de Donetsk y Luhansk, surgieron movimientos separatistas apoyados por Rusia, que declararon su independencia y se enfrentaron al Gobierno ucraniano. Estos territorios se conocen como el Dombás y son el principal escenario de la guerra.

En 2015, se firmaron los Acuerdos de Minsk, que establecieron un alto al fuego y un plan de paz para resolver el conflicto. Sin embargo, estos acuerdos no se cumplieron del todo, y derivaron en enfrentamientos esporádicos y en violaciones al cese de hostilidades.

En 2022, Rusia invadió militarmente Ucrania mediante una operación especial bajo la justificación de proteger a los ruso parlantes del Dómbas y Crimea. Esto desencadenó la condena Occidental que orilló a la OTAN a enviar apoyo militar y humanitario a Kiev.

Desde entonces, la guerra se ha intensificado, con combates en varios frentes y bombardeos sobre objetivos civiles y militares. Rusia avanzó hacia el sur, tratando de unir el Donbás con Crimea, mientras que Ucrania ha resistido con el respaldo de la OTAN y otros países occidentales.

La OTAN no ha declarado formalmente la guerra a Rusia, pero ha expresado su solidaridad con Ucrania y ha aumentado su presencia militar en la región. También ha impuesto más sanciones a Rusia y ha pedido una solución diplomática al conflicto.

La guerra ha causado miles de muertos, heridos y desplazados, así como graves daños materiales e infraestructurales. También ha generado una crisis humanitaria y una amenaza para la seguridad y la estabilidad de Europa y del mundo.

Artículo 5 de la OTAN: ¿Qué Significa Invocarlo? 

Para que la OTAN invoque a todos sus miembros a declarar una guerra o el estado de beligerancia, tendría que ocurrir una situación muy grave que supusiera un ataque armado contra uno o varios de sus países aliados, y que se considerara que dicho ataque amenaza la seguridad y la estabilidad de toda la alianza. Esto es lo que establece el artículo 5 del Tratado de Washington, que es el fundamento de la defensa colectiva de la OTAN.

El artículo 5 sólo se ha invocado una vez en la historia de la OTAN, tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. En ese caso, la Alianza consideró que se trataba de un ataque externo contra uno de sus miembros, y decidió apoyar a Estados Unidos en su respuesta militar contra Al Qaeda y los talibanes en Afganistán.

Sin embargo, el artículo 5 no implica una declaración automática de guerra o el estado de beligerancia por parte de todos los miembros de la OTAN. Cada país tiene la soberanía para decidir qué tipo de ayuda presta al país o países atacados, y cómo lo hace. Puede ser mediante el uso de la fuerza armada, pero también mediante otras medidas políticas, económicas o diplomáticas.

Además, el artículo 5 no se aplica a cualquier tipo de ataque, sino solo a los ataques armados que tengan lugar en Europa o en América del Norte. Esto excluye los territorios de ultramar de algunos países miembros, como las islas Malvinas o la Guayana Francesa. También excluye los ataques que no sean armados, como los ciberataques o las acciones encubiertas.

Por lo tanto, para que la OTAN invoque a todos sus miembros a declarar una guerra o el estado de beligerancia, tendría que haber un consenso entre ellos sobre la gravedad y la naturaleza del ataque sufrido por uno o varios aliados, y sobre la necesidad y la proporcionalidad de una respuesta militar conjunta. Esto dependería del contexto político y estratégico de cada momento, y de las relaciones entre la OTAN y el país o grupo agresor.

Guerra Mediática y Propaganda: Influencia y Manipulación en el Conflicto Ucraniano

Por otro lado, no podemos decir que las declaraciones mediáticas en el sentido de que Rusia no sólo libra una guerra contra Ucrania sino también contra la OTAN y Occidente, sean mera propaganda, ya que hay una base factual para afirmar que el conflicto en Ucrania tiene implicaciones para la seguridad y los intereses de la alianza occidental y de sus países miembros. 

Sin embargo, tampoco podemos decir que esas declaraciones sean totalmente objetivas, ya que pueden tener la intención de influir en la opinión pública o de justificar determinadas acciones o políticas por parte de los bandos beligerantes.

La propaganda es una forma de comunicación que busca persuadir o manipular a las personas mediante el uso de información sesgada, falsa o incompleta, con el fin de promover una causa, una ideología o un grupo. La propaganda se puede utilizar tanto en tiempos de paz como de guerra, y puede tener diferentes objetivos, como:

  • Movilizar el apoyo o el rechazo a una determinada causa o actor.
  • Desacreditar o desmoralizar al adversario o a sus simpatizantes.
  • Crear un clima de miedo, odio o confianza.
  • Ocultar o distorsionar la realidad o los hechos.
  • Legitimar o deslegitimar determinadas acciones o políticas.

La propaganda se puede difundir mediante diferentes formas, como los medios de comunicación masiva, las redes sociales, los discursos políticos, los carteles, los folletos, las canciones, las películas, etc. 

La propaganda se puede clasificar según diferentes criterios, como:

  • El origen: si proviene del propio país o del extranjero.
  • El destinatario: si se dirige al público interno o externo.
  • El contenido: si se basa en hechos verdaderos, falsos o mixtos.
  • El tono: si es positivo (elogió al propio bando o a sus aliados) o negativo (crítica al adversario o a sus enemigos).
  • El propósito: si busca informar, educar, persuadir o movilizar.

En el caso de la guerra en Ucrania, tanto Rusia como Ucrania y la OTAN han utilizado la propaganda para tratar de ganar la batalla mediática y de influir en la opinión pública nacional e internacional. Algunos ejemplos de propaganda son:

La anexión de Crimea por parte de Rusia fue presentada como una defensa de los derechos y la voluntad de los habitantes de la península, que se habían expresado en un referéndum legítimo y democrático. Sin embargo, este referéndum fue cuestionado por la comunidad internacional por su falta de garantías y transparencia.

La intervención militar de Rusia en el este de Ucrania fue negada por el Kremlin, que afirmó que solo había voluntarios rusos que ayudaban a los separatistas del Dombás. No obstante, numerosas evidencias mostraron la presencia y el apoyo de tropas y armas rusas en el conflicto.

La invasión de Ucrania por parte de Rusia en 2022 fue justificada por Moscú como una respuesta a las provocaciones y agresiones de Kiev y sus aliados occidentales. Lo cierto es que esta invasión fue condenada por la comunidad internacional como una violación flagrante del derecho internacional y de la soberanía ucraniana.

La resistencia de Ucrania ante la agresión rusa fue presentada por Kiev como una lucha por la libertad y la democracia, y como una defensa de los valores e intereses europeos. Sin embargo, esta resistencia también tuvo sus sombras, como las violaciones de derechos humanos cometidas por algunos grupos nacionalistas ucranianos.

El apoyo militar y humanitario de la OTAN a Ucrania fue mostrado por la alianza occidental como una expresión de solidaridad y compromiso con su socio estratégico. Lamentablemente, este apoyo también tuvo sus riesgos, como el aumento de la tensión y la confrontación con Rusia.

Por lo tanto, las declaraciones mediáticas sobre la guerra en Ucrania no son mera propaganda, pero tampoco son totalmente objetivas. Se trata de narrativas que reflejan diferentes visiones e intereses sobre el conflicto, y que buscan influir en la opinión pública o en la toma de decisiones.

Mitos y Realidades sobre la OTAN y Rusia: Explorando las Narrativas Contradictorias 

No es posible que la OTAN se esté quedando sin armas por enviarlas en apoyo a Ucrania. La Organización es una alianza militar que cuenta con 30 países miembros, que tienen un gran poderío y diversidad de armamento. Tiene acuerdos de cooperación con otros países y organizaciones, que también pueden suministrar armas o apoyo logístico. La OTAN no ha enviado todas sus armas a Ucrania, sino solo una parte de ellas, y sigue manteniendo su capacidad de defensa y disuasión frente a otras amenazas.

La idea de que la OTAN se está quedando sin armas puede ser parte de la narrativa que refleja diferentes visiones e intereses para influir en la opinión pública. Por ejemplo, algunos medios o actores pueden querer exagerar el apoyo de la OTAN a Ucrania para presionar a Rusia o para mostrar su solidaridad con Kiev. Otros pueden querer minimizar el apoyo de la OTAN a Ucrania para desanimar a Kiev o para cuestionar la eficacia de la alianza. Y no faltarán quienes pretendan difundir esta idea para generar miedo, confusión o desinformación entre la población.

Tampoco es posible que los arsenales de Rusia ya están a punto de vaciarse. El país euroasiático es una de las mayores potencias militares del mundo, que cuenta con un enorme y diverso arsenal de armas nucleares, convencionales y no convencionales. Además, el Kremlin ha estado modernizando y ampliando sus capacidades militares en los últimos años, invirtiendo en nuevos sistemas de armas y desarrollando nuevas doctrinas y estrategias. Rusia no ha escatimado recursos ni esfuerzos para apoyar a sus fuerzas en el conflicto con Ucrania, y ha desplegado una gran cantidad de tropas, equipos y armas en la frontera y en los territorios ocupados.

La idea de que los arsenales de Rusia ya estén a punto de vaciarse puede ser parte de la narrativa que refleja diferentes visiones e intereses para influir en la opinión pública. Por ejemplo, algunos medios o actores pueden querer minimizar el poderío militar de Rusia para restarle credibilidad o intimidación. Otros pueden querer exagerar el desgaste de Rusia para alentar a Ucrania o a sus aliados a resistir o contraatacar. Y otros desean difundir esta idea para generar falsas expectativas, desinformación o confusión entre la población.

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El conflicto en Ucrania se ha convertido en un escenario complejo y multifacético, donde la realidad se entrelaza con la propaganda, y las narrativas divergentes moldean la percepción pública. A medida que la guerra híbrida se desarrolla, los actores involucrados, incluyendo a Rusia, Ucrania y la OTAN, han desplegado estrategias de desinformación y manipulación para influir en la opinión global.

La evolución del conflicto, desde la anexión de Crimea hasta la invasión de 2022, ha sido marcada por la complejidad de una guerra asimétrica que ha llevado a miles de muertes y desplazamientos. La OTAN, por su parte, ha enfrentado desafíos para equilibrar la solidaridad con Ucrania y la necesidad de evitar una escalada que pueda llevar a una confrontación abierta con Rusia.

En este contexto, es vital reconocer la importancia de una evaluación crítica de la información y las narrativas que circulan en los medios y las redes sociales. La comprensión de las estrategias de propaganda y la capacidad para discernir entre los hechos y la manipulación son fundamentales para formar una opinión informada sobre este conflicto. Solo a través de un análisis objetivo y cuidadoso podemos aspirar a una comprensión más profunda de los eventos en Ucrania y contribuir a un futuro más pacífico y estable en la región y en el mundo. 

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