En un clima de incertidumbre política tras el debate del 27 de junio entre el presidente Joe Biden y el exmandatario Donald Trump, una encuesta reciente señala a Michelle Obama como la única figura capaz de vencer al republicano en las elecciones de noviembre.
Una encuesta realizada por Reuters e Ipsos, aplicada a 1,070 estadounidenses a nivel nacional, muestra que en un enfrentamiento hipotético, Michelle Obama obtendría el 50% de los votos frente al 39% de Trump.
En contraste, un sondeo de CNN que excluyó a Michelle Obama mostró que todos los candidatos demócratas considerados perderían ante Trump. Kamala Harris, la vicepresidenta, alcanzaría el 45% de intención de voto frente al 47% de Trump. Biden tendría el 43%, mientras que Trump obtendría el 49%. Gavin Newsom, gobernador de California, y Pete Buttigieg, secretario de Transporte, ambos obtendrían un 43%, en comparación con el 48% de Trump. La gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, registraría un 42% frente al 47% del exmandatario.
A pesar del respaldo popular, Michelle Obama ha rechazado firmemente la posibilidad de postularse para la presidencia. En marzo, Crystal Carson, directora de comunicaciones de la oficina de la exprimera dama, reafirmó a NBC News que Michelle Obama no tiene intención de contender en las elecciones presidenciales, subrayando su apoyo a la reelección de Biden y Harris.
Desde antes de la finalización del mandato de Barack Obama en 2016, Michelle ha mantenido su postura de no buscar ningún cargo político, argumentando que no sometería nuevamente a sus hijas, Malia y Sasha, al escrutinio público.
Posterior al debate, Barack Obama fue uno de los primeros en manifestar su apoyo a Biden, minimizando el impacto del debate y calificándolo simplemente como una "mala noche".
Desde el punto de vista geopolítico, sería relevante abordar el impacto potencial de una victoria de Michelle Obama en las elecciones presidenciales de EE. UU. en las relaciones internacionales y la política exterior.
Una presidencia de Michelle Obama podría tener un impacto significativo en el fortalecimiento de las relaciones de Estados Unidos con sus aliados tradicionales, como la Unión Europea y la OTAN. La experiencia y la reputación internacional de Barack Obama, su esposo, quien mantuvo fuertes lazos con estos socios durante sus dos mandatos, servirían como un punto de partida favorable.
Michelle Obama, aunque no tiene experiencia directa en cargos públicos, ha demostrado una notable capacidad para la diplomacia suave y la construcción de relaciones, habilidades esenciales en la política internacional. Su enfoque probablemente se centraría en restaurar y profundizar la cooperación transatlántica, reafirmando el compromiso de Estados Unidos con la seguridad colectiva y la defensa mutua bajo la OTAN.
Además, se anticipa que su administración trabajaría para revitalizar las alianzas económicas y políticas con la Unión Europea, impulsando el comercio y la colaboración en áreas como el cambio climático, la seguridad cibernética y los derechos humanos. La herencia de Barack Obama en la política exterior, caracterizada por el multilateralismo y la diplomacia, proporcionaría un marco sólido para estas iniciativas, facilitando un retorno a una política exterior más colaborativa y confiable para los aliados tradicionales de Estados Unidos.
La política hacia China y Rusia, dos de los mayores desafíos geopolíticos para Estados Unidos, probablemente seguiría un enfoque estratégico y cauteloso.
China: Frente al ascenso del gigante asiático como potencia global, Michelle Obama podría adoptar una estrategia dual de competencia y cooperación. Esta política buscaría equilibrar la firmeza en cuestiones de seguridad y comercio con la cooperación en áreas de interés mutuo como el cambio climático y la salud global. Michelle Obama podría continuar las políticas de disuasión y contención en el Mar del Sur de China y la defensa de los derechos humanos, al tiempo que fomenta el diálogo y la colaboración en foros multilaterales.
Rusia: En cuanto a Rusia, la administración de Michelle Obama probablemente adoptaría una postura firme contra la agresión rusa en Ucrania y otras áreas de Europa del Este, reafirmando el compromiso de Estados Unidos con la OTAN y la seguridad europea. Al mismo tiempo, podría buscar canales diplomáticos para reducir las tensiones y evitar una escalada de conflictos, manteniendo la presión a través de sanciones económicas y diplomáticas.
La experiencia indirecta de Michelle Obama en la política exterior, influenciada por las estrategias multilateralistas de Barack Obama, sugiere un enfoque que combinaría la firmeza en la defensa de los intereses y valores estadounidenses con un esfuerzo continuo por mantener la estabilidad y la cooperación global.
La presidencia de Michelle Obama podría tener un impacto significativo en la política global sobre el cambio climático, basándose en un fuerte compromiso con la acción climática y la cooperación internacional.
Acuerdo de París: Michelle Obama probablemente reafirmaría y fortalecería el compromiso de Estados Unidos con el Acuerdo de París, trabajando para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones establecidos en el pacto. Su administración podría implementar políticas nacionales más ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, como la promoción de energías renovables, la eficiencia energética y la electrificación del transporte.
Iniciativas Medioambientales: Más allá del Acuerdo de París, Michelle Obama podría impulsar nuevas iniciativas globales para abordar el cambio climático. Esto incluiría la promoción de acuerdos multilaterales para proteger la biodiversidad, combatir la deforestación y fomentar la transición hacia una economía global más sostenible.
Colaboración Internacional: La administración de Michelle Obama podría centrarse en fortalecer la colaboración con otros países y organizaciones internacionales, incentivando la inversión en tecnologías limpias y sostenibles. También podría trabajar estrechamente con la Unión Europea y otras economías avanzadas para establecer estándares más estrictos y metas más agresivas en la lucha contra el cambio climático.
Justicia Climática: Además, se esperaría un enfoque en la justicia climática, abordando las desigualdades que el cambio climático exacerba y apoyando a las comunidades más vulnerables tanto a nivel nacional como internacional.
La trayectoria de Michelle Obama, junto con la experiencia de Barack Obama en el ámbito medioambiental, sugiere un enfoque proactivo y colaborativo, buscando no solo cumplir, sino superar los compromisos internacionales para enfrentar la crisis climática global.
La exprimera dama como presidenta de los Estados Unidos podría influir considerablemente en las políticas comerciales internacionales, con un enfoque en fortalecer las relaciones comerciales existentes y fomentar el crecimiento económico global.
T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá): Michelle Obama probablemente mantendría y buscaría optimizar el T-MEC, destacando su importancia para la economía norteamericana. Su administración podría enfocarse en asegurar que el tratado beneficie equitativamente a los tres países, promoviendo prácticas comerciales justas y sostenibles, así como protegiendo los derechos laborales y el medio ambiente.
Comercio con Asia: En cuanto a Asia, es probable que Michelle Obama apoye una política de compromiso constructivo con China, equilibrando la competencia y la cooperación. Su administración podría trabajar para renegociar y revitalizar acuerdos comerciales en la región, promoviendo el libre comercio y fortaleciendo alianzas económicas, particularmente con países del sudeste asiático y del Pacífico.
Relaciones Comerciales con Europa: Michelle Obama podría buscar revitalizar y expandir las relaciones comerciales con la Unión Europea, promoviendo acuerdos que faciliten el comercio y la inversión bilateral. Esto incluiría la promoción de estándares comunes y la eliminación de barreras comerciales, fomentando una relación económica más estrecha y colaborativa.
Acuerdos Multilaterales: Además, la administración de Michelle Obama podría promover la participación activa de Estados Unidos en acuerdos comerciales multilaterales, como la Organización Mundial del Comercio, impulsando reformas que modernicen las reglas comerciales internacionales y aborden desafíos contemporáneos, como la economía digital y el cambio climático.
Comercio Justo y Sostenible: Un enfoque en el comercio justo y sostenible también sería central, asegurando que los acuerdos comerciales respeten los derechos laborales, protejan el medio ambiente y promuevan el desarrollo económico inclusivo.
La influencia de Michelle Obama en la política comercial se anticipa como una continuación de los principios de colaboración y multilateralismo promovidos durante la administración de Barack Obama, con un énfasis en el crecimiento económico equitativo y sostenible.
Una presidencia de Michelle Obama probablemente continuaría la promoción activa de los derechos humanos y la democracia a nivel global, basándose en las políticas establecidas durante la administración de Barack Obama y adaptándolas a los desafíos contemporáneos.
Derechos Humanos: Michelle Obama podría adoptar una postura firme en la defensa de los derechos humanos, utilizando tanto la diplomacia como sanciones económicas y políticas para presionar a los gobiernos que cometen violaciones graves. Su administración probablemente apoyaría a las organizaciones no gubernamentales y a los activistas que trabajan en la promoción de los derechos humanos, proporcionando recursos y respaldo internacional.
Democracia: En cuanto a la promoción de la democracia, Michelle Obama podría seguir la estrategia de apoyar las instituciones democráticas y los procesos electorales justos y transparentes en todo el mundo. Esto incluiría asistencia técnica y financiera para fortalecer los sistemas judiciales, los parlamentos y las elecciones libres, así como condenar y tomar medidas contra los regímenes autoritarios que reprimen las libertades civiles y políticas.
Multilateralismo y Cooperación Internacional: La administración de Michelle Obama probablemente enfatizaría el multilateralismo, trabajando a través de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas y alianzas regionales para abordar las violaciones de derechos humanos y promover la democracia. Podría liderar iniciativas conjuntas con aliados tradicionales para enfrentar crisis humanitarias y apoyar la transición democrática en países en conflicto.
Igualdad de Género y Justicia Social: Es probable que Michelle Obama preste especial atención a la igualdad de género y la justicia social, continuando su trabajo de larga data en estos temas. Su administración podría promover políticas que enfrenten la discriminación y la violencia de género, así como programas que empoderen a mujeres y niñas en todo el mundo.
Educación y Salud Global: La promoción de la educación y la salud global también podría ser una prioridad, viendo estos como pilares fundamentales para el desarrollo democrático y el respeto a los derechos humanos. Michelle Obama podría impulsar iniciativas que mejoren el acceso a la educación y la atención médica, particularmente en regiones subdesarrolladas y en crisis.
Una presidencia de Michelle Obama probablemente seguiría una política exterior comprometida con la defensa y promoción de los derechos humanos y la democracia, utilizando una combinación de diplomacia, presión internacional y cooperación multilateral para abordar estos temas críticos a nivel global.
En este contexto, Michelle Obama podría adoptar un enfoque integral hacia América Latina, abarcando temas clave como la inmigración, la cooperación económica y la seguridad regional.
Inmigración: Probablemente abordaría la inmigración con una combinación de medidas humanitarias y de seguridad. Su administración podría buscar reformar el sistema migratorio de Estados Unidos para hacerlo más justo y eficiente, facilitando vías legales para la migración y mejorando las condiciones en los centros de detención. Además, podría trabajar estrechamente con los países de origen para abordar las causas fundamentales de la migración, como la pobreza, la violencia y la falta de oportunidades económicas.
Cooperación Económica: En el ámbito económico, Michelle Obama podría promover una mayor cooperación y comercio con América Latina, fortaleciendo acuerdos bilaterales y regionales que beneficien a ambas partes. Esto incluiría la promoción de inversiones en infraestructuras y tecnologías limpias, así como el apoyo a iniciativas que fomenten el desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza. Programas que impulsen el crecimiento de pequeñas y medianas empresas y la integración de mercados podrían ser una prioridad.
Seguridad Regional: En cuanto a la seguridad regional, probablemente adoptaría una política de colaboración con los gobiernos latinoamericanos para combatir el crimen organizado y el narcotráfico. Su administración podría proporcionar asistencia técnica y financiera para fortalecer las capacidades de las fuerzas de seguridad locales, mejorar la justicia penal y promover el estado de derecho. Además, podría impulsar programas de prevención y tratamiento del abuso de sustancias para reducir la demanda de drogas en Estados Unidos.
Derechos Humanos y Democracia: La promoción de los derechos humanos y la democracia en América Latina también podría ser una prioridad. Michelle Obama podría apoyar iniciativas que fortalezcan las instituciones democráticas, promuevan elecciones libres y justas, y protejan los derechos humanos. Su administración podría condenar firmemente las violaciones de derechos humanos y trabajar con organizaciones internacionales para defender la libertad de prensa y la sociedad civil.
Cambio Climático y Medio Ambiente: La lucha contra el cambio climático y la protección del medio ambiente en América Latina también podrían ser componentes clave de su política. Michelle Obama podría impulsar acuerdos para la conservación de la biodiversidad, la protección de la Amazonía y la promoción de energías renovables, colaborando estrechamente con los países de la región para enfrentar estos desafíos globales.
En resumen, una presidencia de Michelle Obama podría centrarse en construir relaciones más sólidas y colaborativas con América Latina, abordando la inmigración, la cooperación económica y la seguridad regional de manera integral, mientras promueve los derechos humanos, la democracia y la sostenibilidad ambiental.