En un escenario global marcado por crecientes tensiones geopolíticas, el "Estado Profundo" —ese conglomerado no siempre visible de influencias políticas, militares y económicas que operan detrás de los gobiernos— cobra especial relevancia como posible eje de estabilidad o de conflicto en una potencial Tercera Guerra Mundial o guerra nuclear.
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El "Estado Profundo" se refiere a una red de entidades gubernamentales, militares e intereses corporativos que actúan de forma autónoma o paralela a las decisiones políticas visibles de un país. En el caso de Estados Unidos, el "deep state" incluye sectores como el Departamento de Defensa, la CIA, y corporaciones militares-industriales de gran influencia como Lockheed Martin y Raytheon. Estos sectores controlan presupuestos de defensa que en 2024 ascienden a más de 813 mil millones de dólares, de acuerdo con datos del Congreso de EE.UU., lo que asegura un poder estructural que podría hacer frente a crisis de gran escala como una guerra total.
El Estado Profundo No es "Dios en la Tierra"
Más bien, este es un término que intenta describir un entramado de poder que opera detrás de las instituciones oficiales, aparentemente sin el control directo de los ciudadanos o representantes electos. La comparación con "Dios en la Tierra" puede entenderse como una metáfora de su influencia y alcance, dado que el *Estado profundo* se percibe como una entidad que tiene gran poder, permanece oculta, y, para algunos, es capaz de alterar o guiar eventos de forma silenciosa y efectiva. Sin embargo, a diferencia de una fuerza divina, el Estado profundo es compuesto por personas e instituciones con intereses humanos, que buscan influir en la política según sus propios objetivos y visiones, no necesariamente como una autoridad suprema o benévola.
Esta perspectiva puede surgir del sentimiento de impotencia que algunos ciudadanos sienten frente a instituciones que parecen actuar sin transparencia y por encima del control democrático, haciendo parecer que sus decisiones y acciones están fuera del alcance de la sociedad común. Pero, a diferencia de una divinidad, se trata de una estructura humana y susceptible a cambios, reformas, y, en algunos casos, al escrutinio público.
Fortalezas
Los Estados Profundos en EE.UU., China y Rusia poseen redes de inteligencia y tecnología militar avanzada que les otorgan una ventaja en términos de ciberseguridad, disuasión nuclear y redes de suministro de energía y alimentos. Un ejemplo significativo es el Sistema de Detección de Amenazas Avanzadas de EE.UU., capaz de identificar lanzamientos nucleares a nivel global en menos de cinco minutos. En Rusia, figuras como Serguéi Shoigú, Ministro de Defensa, tienen un poder estratégico clave, pues supervisan el arsenal nuclear más grande del mundo, con más de 5,889 ojivas activas y almacenadas, según el Centro de Estudios de Desarme.
Limitaciones
La dependencia del sector financiero de Estados Unidos de los flujos de capital internacionales y el papel del dólar en el comercio mundial pueden actuar como un punto débil. Una guerra prolongada, especialmente con riesgos nucleares, podría desestabilizar al dólar, afectando a economías dependientes de su valor como las de Japón, México y varias naciones de la Unión Europea.
Intereses Económicos y Alianzas Geopolíticas
La economía y los recursos naturales son fuerzas que moldean la política exterior de los Estados Profundos, ya que un conflicto bélico podría poner en riesgo el acceso a recursos críticos como petróleo, gas, litio y tierras raras. Estados Unidos, por ejemplo, depende de la importación de litio para su industria tecnológica y de defensa, con aproximadamente el 80% proveniente de América Latina y Australia.
En cuanto a alianzas, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), encabezada actualmente por Jens Stoltenberg, Secretario General, mantiene una capacidad militar que permite responder con rapidez en caso de agresión, especialmente en Europa del Este. China y Rusia, por su parte, refuerzan su cooperación a través de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que incluye ejercicios militares conjuntos y la creación de un sistema financiero alternativo que busca reducir su dependencia del dólar estadounidense.
Tensiones y Riesgo de Escalamiento Global
Las tensiones entre EE.UU. y China por el control del mar de China Meridional, que ve pasar aproximadamente el 30% del comercio marítimo mundial, así como los conflictos en torno a Taiwán, exacerban el riesgo de un enfrentamiento directo. En paralelo, la invasión rusa de Ucrania ha vuelto a activar la alerta nuclear en Europa, con Vladimir Putin afirmando que no dudará en usar "todos los medios necesarios" para asegurar sus intereses en caso de que las sanciones sigan escalando.
Datos recientes del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) señalan que el gasto en armas nucleares a nivel global ha aumentado un 3% anual, llegando a los 83,000 millones de dólares en 2023, liderado por EE.UU. y Rusia. Este rearme nuclear está acompañado de avances en tecnologías como los misiles hipersónicos y la inteligencia artificial militar, ambos factores que elevan la posibilidad de un conflicto accidental.
Proyecciones Futuras y Escenarios de Resiliencia
Ante una Tercera Guerra Mundial o guerra nuclear, los Estados Profundos podrían recurrir a estrategias de "zona gris", que incluyen la guerra cibernética, la desinformación y la manipulación de mercados financieros. Si bien países como Estados Unidos han invertido en estrategias de continuidad de gobierno, manteniendo instalaciones de control subterráneas y capacidades de respuesta nuclear bajo control del Comando Estratégico (actualmente dirigido por el General Anthony J. Cotton), la viabilidad de estas estrategias en un conflicto prolongado es incierta, sobre todo considerando la volatilidad económica global y las vulnerabilidades de infraestructura.
La capacidad del Estado Profundo para soportar una Tercera Guerra Mundial
...o un conflicto nuclear total es un tema especulativo y debatible. En teoría, los actores dentro del llamado Estado profundo — altos mandos militares, servicios de inteligencia, y élites económicas y políticas — están mejor posicionados que el ciudadano promedio para prever, gestionar, o incluso evitar conflictos catastróficos, ya que suelen tener acceso a información privilegiada y a los medios para tomar decisiones estratégicas en situaciones de crisis. Sin embargo, un conflicto nuclear total tiene consecuencias tan devastadoras que sería casi imposible que cualquier estructura de poder, incluida la que se percibe como Estado profundo, pudiera evitar o mitigar completamente sus efectos.
En una guerra nuclear total, los efectos serían globales, con vastas zonas inhabitables, daño severo a la infraestructura, alteraciones climáticas, y una posible ruptura del orden civil. Incluso los búnkeres y sistemas de contingencia diseñados para proteger a los líderes y élites tendrían límites ante la destrucción prolongada y las secuelas radiactivas. Las élites pueden tener recursos adicionales para sobrevivir a corto plazo, pero la reconstrucción de una sociedad viable en un escenario post-nuclear sería extremadamente desafiante, y ni siquiera los actores más poderosos serían inmunes a los efectos secundarios económicos, sociales, y ambientales.
Históricamente, las potencias han sido conscientes de estos riesgos, lo que ha llevado a enfoques de disuasión como la "destrucción mutua asegurada" (MAD), precisamente para evitar un escenario tan extremo. En resumen, aunque los miembros del Estado profundo pueden estar mejor preparados para enfrentar crisis limitadas o conflictos convencionales, una guerra nuclear total representa un nivel de devastación en el que es difícil imaginar que cualquier estructura de poder humana, incluso una tan bien posicionada, pueda realmente "soportar" sus efectos a largo plazo.
Conclusión
La posibilidad de que el Estado Profundo resista una Tercera Guerra Mundial o nuclear depende en gran medida de su capacidad para adaptarse a las complejidades modernas de un conflicto total, que ahora incluyen el ciberespacio y la economía globalizada. Con una escalada de tensiones geopolíticas, el papel de estas estructuras internas será fundamental para la estabilidad mundial. No obstante, en un conflicto nuclear, incluso la infraestructura y preparación de los Estados Profundos de las principales potencias serían puestas a prueba en su máxima capacidad, dado que un escenario de destrucción mutua asegurada haría que la guerra tenga consecuencias devastadoras para todos los involucrados. La búsqueda de estrategias para desescalar el conflicto y la diplomacia serán, en última instancia, las únicas vías para evitar el abismo, en un mundo cada vez más armado y menos dispuesto a ceder en sus intereses Geopolíticos.