La reciente maniobra de Rusia de fortalecer sus lazos con Cuba mediante el envío de barcos y submarinos a sus costas representa una jugada audaz en el gran juego geopolítico. Este movimiento, que se produce en un contexto de tensiones crecientes entre Rusia y la OTAN, es una clara señal de que el Kremlin está dispuesto a desafiar la hegemonía occidental y reafirmar su presencia en regiones estratégicas.
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