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17 Nov
17Nov

La batalla silenciosa por el futuro global

La autorización de Estados Unidos a Ucrania para atacar a Rusia con misiles Atacms de largo alcance, junto con los Storm Shadow del Reino Unido y los SCALP EG franceses, representa una escalada significativa en el conflicto. Este movimiento tiene implicaciones geopolíticas y estratégicas importantes que podrían alterar el curso de la guerra entre Rusia y Ucrania, así como sus efectos más amplios en el sistema internacional.

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Vladimir Putin

Reacciones Internacionales

Rusia podría responder intensificando los ataques contra países que apoyan a Ucrania, ya sea en términos de amenazas directas o mediante ciberataques e intervenciones híbridas. Esto aumentaría el riesgo de una confrontación más directa entre Rusia y la OTAN, especialmente si se detectan vínculos entre las operaciones ucranianas y la planificación en países occidentales.

El apoyo explícito de Estados Unidos, Reino Unido y Francia refuerza un compromiso con Ucrania, pero podría dividir a los aliados europeos, algunos de los cuales prefieren evitar acciones que provoquen una escalada. 

Países como China e India, que mantienen relaciones diplomáticas con Rusia y Ucrania, podrían intensificar sus esfuerzos para mediar en el conflicto o reevaluar su posición.

La escalada podría extender la guerra a otras áreas del espacio postsoviético o al Mar Negro, implicando aún más a terceros actores, como Turquía o Bielorrusia.

Implicaciones Geopolíticas

Si Ucrania logra atacar efectivamente objetivos estratégicos, Rusia podría enfrentar una crisis interna significativa, tanto en términos políticos como económicos. La percepción de vulnerabilidad podría debilitar el apoyo interno a la guerra y aumentar las tensiones dentro de la élite rusa.

La polarización global podría reforzará las divisiones entre Occidente y las potencias que han mostrado cierta neutralidad o apoyo a Rusia. Las sanciones y restricciones a Moscú podrían endurecerse, y países como Irán o Corea del Norte podrían intensificar su cooperación con el Kremlim.

A pesar del aumento en las capacidades ofensivas ucranianas, es probable que Rusia responda con una mayor movilización de recursos. Esto podría llevar a una guerra prolongada que desgaste a ambos bandos y agudice las crisis económicas y energéticas globales.

La autorización para usar misiles de largo alcance marca una nueva fase en el conflicto, incrementando los riesgos de escalada y ampliación del teatro de operaciones. Aunque ofrece a Ucrania una ventaja táctica, también plantea desafíos estratégicos, al exacerbar las tensiones entre Rusia y Occidente y aumentar el costo humano y económico del conflicto. En el corto plazo, es probable que esta medida intensifique los combates y aumente las tensiones internacionales. En el mediano plazo, podría redefinir la estructura de seguridad global, con consecuencias difíciles de prever.

El escenario descrito aumenta significativamente el riesgo de una escalada global, pero aún no implica de manera inmediata el inicio de una Tercera Guerra Mundial. Hay múltiples factores y alternativas que podrían retrasar o evitar un enfrentamiento formal a escala mundial, aunque el margen para contener la crisis es cada vez más estrecho.

Factores que podrían evitar una Tercera Guerra Mundial

Países como China, India, Turquía o incluso Brasil podrían intensificar su papel como intermediarios para evitar que el conflicto escale. Estas naciones tienen interés en mantener la estabilidad global y en evitar un colapso económico o político.

Aunque las tensiones entre Rusia y Occidente son altas, todavía existen canales diplomáticos y militares que permiten cierto grado de control sobre incidentes mayores, como la "línea directa" entre Moscú y Washington.

Tanto Rusia como Estados Unidos, junto con la OTAN, comprenden que un conflicto directo entre ellos podría escalar rápidamente a un enfrentamiento nuclear, lo que implica la destrucción mutua asegurada. Incluso en el contexto de la Guerra Fría, ambas partes evitaron enfrentamientos directos, optando por conflictos indirectos a través de terceros países (guerras por poder).

Algunos países de la OTAN, como Alemania o Francia, podrían abogar por medidas más prudentes y buscar limitar el apoyo militar ofensivo a Ucrania para evitar un choque frontal con Rusia. 

Dentro de Rusia, ciertos sectores podrían presionar para negociar una salida, especialmente si la guerra se vuelve insostenible interna y externamente.

Escenarios que podrían acercar una Tercera Guerra Mundial

Si Ucrania, con apoyo occidental, golpea objetivos clave dentro de Rusia, Moscú podría percibirlo como una intervención directa de la OTAN, justificando ataques en territorio de países aliados. Incidentes como el derribo de aviones o ataques a infraestructuras críticas en países de la OTAN podrían generar respuestas automáticas o malinterpretaciones que desencadenen un conflicto mayor.

Si Rusia intensifica su cooperación militar con Irán, Corea del Norte o China, el conflicto podría polarizar aún más el orden global, creando bloques similares a los de la Segunda Guerra Mundial. La inclusión activa de Bielorrusia en el conflicto o movimientos de países del Cáucaso podrían ampliar el teatro de operaciones.

Rusia ha amenazado con usar armas nucleares tácticas si percibe una amenaza existencial. Esto no solo sería devastador localmente, sino que también podría empujar a Occidente a responder militarmente, escalando la guerra.

Una guerra prolongada podría desgastar a las economías globales, incrementar las crisis energéticas y alimentarias, y forzar a más países a involucrarse activamente en el conflicto.

Alternativas antes de un conflicto global

Similar a la Guerra de Corea, el conflicto podría llegar a un punto de "estancamiento armado" en el que se acuerde un alto el fuego sin una solución definitiva. Esto evitaría una guerra mundial, pero mantendría la tensión latente.

Podrían surgir acuerdos parciales, como la desmilitarización de ciertas regiones o el intercambio de garantías de seguridad, para reducir la intensidad del conflicto sin resolverlo completamente.

En Rusia, el desgaste de la guerra podría provocar un cambio político o social que limite la capacidad de Moscú para continuar la escalada. En Occidente, la fatiga económica y social podría reducir el apoyo militar a Ucrania, favoreciendo soluciones diplomáticas.

El delicado equilibrio

El escenario actual no conduce directamente a una Tercera Guerra Mundial, pero las probabilidades de un conflicto global aumentan a medida que se intensifican las hostilidades, especialmente si los actores clave pierden el control sobre las dinámicas de escalada. La comunidad internacional todavía tiene margen para explorar alternativas diplomáticas y limitar los riesgos, pero este margen es frágil y depende de decisiones racionales por parte de todas las partes involucradas.

Estados Unidos y la lucha por mantener la hegemonía

Desde el final de la Guerra Fría, la política exterior estadounidense ha estado dirigida a evitar la emergencia de potencias competidoras. Rusia y China, con sus respectivos proyectos de expansión geopolítica y económica, representan las principales amenazas a esta hegemonía. La crisis en Ucrania se ha convertido en un campo de prueba para este enfrentamiento indirecto.

Prolongar la guerra mediante el apoyo militar a Ucrania desgasta las capacidades operativas de Rusia, reduce su proyección de poder y la obliga a redirigir recursos hacia la defensa interna.

Las sanciones masivas buscan aislar a Rusia del sistema financiero global, limitar su acceso a tecnologías clave y reducir sus ingresos, especialmente por exportaciones de energía. Rusia, junto con China, ha impulsado alternativas al dólar en el comercio internacional. Desgastar a Rusia podría frenar estos esfuerzos y reforzar la centralidad del dólar como moneda global.

La firmeza en el apoyo a Ucrania envía una advertencia a Pekín sobre los posibles costos de avanzar en su agenda en Taiwán o el Indo-Pacífico.

El mundo multipolar como amenaza a la hegemonía estadounidense

La consolidación de un sistema multipolar liderado por Rusia, China y bloques como los BRICS representa una amenaza estructural al orden unipolar que Estados Unidos lidera desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Con la reciente incorporación de seis nuevos países, los BRICS están en camino de convertirse en un bloque económico y político capaz de desafiar a las instituciones dominadas por Occidente, como el FMI y el Banco Mundial.

Iniciativas como el comercio en monedas locales o una eventual moneda común de los BRICS buscan reducir la dependencia del dólar. La Franja y la Ruta de China y los proyectos de integración regional liderados por Rusia fortalecen las conexiones Sur-Sur y limitan la influencia de Estados Unidos.

¿Estados Unidos permitirá perder su hegemonía sin pelear?

La historia sugiere que las potencias dominantes tienden a resistir su declive con todos los recursos a su alcance. Estados Unidos parece estar adoptando un enfoque multifacético.

El apoyo a Ucrania refleja el uso de terceros países para confrontar indirectamente a rivales sin un enfrentamiento directo. Esto también podría aplicarse en Asia, con Taiwán como posible "punto caliente".

Las sanciones económicas, aunque han debilitado a Rusia, también han incentivado la cooperación entre Rusia y China, así como entre otros actores del Sur Global.

La OTAN ha ganado nueva relevancia en Europa, y Estados Unidos busca replicar este modelo en Asia con iniciativas como el AUKUS.

Estados Unidos sigue invirtiendo masivamente en defensa, con presupuestos récord en investigación y desarrollo de tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial militar, armas hipersónicas y modernización nuclear.

Alianzas militares como QUAD y AUKUS en el Indo-Pacífico buscan contrarrestar el avance de China, mientras que en Europa, el aumento de tropas cerca de las fronteras rusas refuerza su capacidad de respuesta.

Aunque Estados Unidos parece dispuesto a correr riesgos significativos, evita cruzar ciertas líneas que podrían desencadenar un conflicto nuclear. Esto se refleja en la cautela hacia una confrontación directa con Rusia o China.

Posibles escenarios futuros

El desgaste de Rusia a través de Ucrania podría extenderse durante años, en un intento de agotar a Moscú económica y militarmente, similar al impacto de la guerra de Afganistán en la URSS.

Aunque el mundo avanza hacia una mayor diversidad de centros de poder, la transición será caótica, con rivalidades entre potencias y conflictos regionales como puntos recurrentes de tensión.

Los países del Sur Global, clave para el éxito del sistema multipolar, podrían jugar un papel decisivo, inclinándose hacia el bloque liderado por Rusia y China o manteniéndose como "actores independientes" dependiendo de las ofertas de Occidente.

Es probable que Estados Unidos luche con todos los medios disponibles para preservar su hegemonía, aunque sin llegar a un conflicto directo que garantice su propia destrucción. Sin embargo, el ascenso de Rusia y China, junto con el empoderamiento del Sur Global, sugiere que el orden unipolar enfrenta una erosión inevitable. La pregunta es si esta transición puede manejarse de forma controlada o si derivará en una confrontación global catastrófica. Estados Unidos parece decidido a no ceder sin "pelear", pero el alcance y la forma de esta pelea determinarán el futuro del sistema internacional.

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